"Agroecologia: Una alternativa real para conseguir soberanía y seguridad alimentaria"

"Agroecología:

Una alternativa real para la adaptación al cambio climático y la soberanía alimentaria"

domingo, 13 de septiembre de 2015

La sequía: injusticia social y oportunidad de cambio

La sequía: injusticia social y oportunidad de cambio
René Mendoza Vidaurre*

 “Detrás de las adversidades están las oportunidades”, dice el dicho. Después de la roya que afectó a miles de familias ligadas a la cadena del café, de forma recurrente oímos sobre las adversidades de la sequía: “el ciclo agrícola de primera se perdió”, “reserva de alimentos de las familias se acaba,” “el manto acuífero se reduce”, “riesgo de que la postrera no se siembre… ni el apante”, “aparecen enfermedades como la langosta voladora, la mosca blanca, las garrapatas y la cochinilla rosada del hibisco”, “la ganadería está expuesta a escasez de agua para consumo y de pasto”, “éxodo de comunidades”, “aumento del abigeato por la crisis económica”, “microcrédito se brinda ante sequía.” 
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Sin duda, es importante preocuparse por los efectos de la sequía en el corto plazo. En este artículo llamamos la atención de que a la sequía se la está entendiendo como si solo fuese un fenómeno natural y se va obviando analizar las acciones humanas que contribuyen a ella. La comprensión de estas acciones y su impacto permitiría verlo como oportunidad para pensar en maneras de superar los retos que impone la sequía y desarrollar una conciencia contingente en una perspectiva de largo plazo.

El corredor seco Centroamericano

La FAO (2012, Estudio de caracterización del corredor seco centroamericano  http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/tomo_i_corredor_seco.pdf) identifica el corredor seco de la región. De 75 millones de hectáreas de la región (Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua), el corredor cubre 5.9 millones de hectáreas, o sea el 21%. De este total, 42% es sequía con efectos bajos, 50.5% es con efectos altos, y 7.5% es con efectos severos. Ver mapa.
Lo que alarma es que la Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), además de confirmar la presencia de El Niño, apunta la posibilidad de que se extienda a los primeros meses del 2016 (canícula prolongada y retiro anticipado de la estación lluviosa), y encima concluye que las lluvias por debajo de lo normal para los meses de agosto a octubre afectarán el corredor seco y más allá de esa área en cada país (ver mapa abajo; Consejo Agropecuario Centroamericano, Grupo Técnico de Cambio Climático y Gestión Integral del Riesgo, 2015, Estado actual de El Niño, perspectiva climática, implicaciones para la agricultura y recomendación de medidas regionales; http://infoagro.net/archivos_Infoagro/Regatta/biblioteca/ES_S%C3%ADntesisWebinarEstad.pdf

Causas que generan la sequía

Se dice que el comportamiento de las lluvias actuales es similar al de 1976 y 1982, que la sequía es parecida a la de 1997 y que lo grave de la situación es que la sequía viene desde el año pasado, 2014. O sea, la sequía se vuelve algo estructural. ¿Qué lo ha provocado? La ausencia de humedad en la atmósfera, cuyo empeoramiento se da por la creciente variabilidad de las precipitaciones, incluyendo el aumento de temperatura en particular en la superficie del mar. Esa variabilidad ha sido generada por acciones humanas que generalmente están encadenadas. Primero, la deforestación genera erosión del suelo, por lo que el suelo retiene menos agua, tiene menos capacidad de infiltración y pierde fertilidad, entonces las inundaciones aumentan y las quebradas y fuentes de agua se pierden, los ríos se secan, los cultivos bajan en su rendimiento y se vuelven más vulnerables a las canículas y a las plagas, y con ello las familias pierden capacidad de sostenerse. Segundo, esa deforestación es acompañada de otra cadena de presión que incluye el “efecto hamburguesa” (comida rápida en los Estados Unidos a costa del bosque de Centroamérica), aumento de ganadería extensiva, avance de las haciendas de monocultivo (de caña, maní, sorgo, tabaco…) en grandes áreas libres de árboles, concentración de tierra expulsando a las familias de sus comunidades, y reducción de las fincas diversificadas y de la agro-industria artesanal (queseras, molinos, secado de cacao…). Tercero, esa dinámica de deforestación y de concentración de tierra es acompañada por financiamiento, investigación y tecnología por y para la gran producción monocultivista, pero que se viste de economía moderna y hasta de primera “víctima” de la sequía. Allí la sequía aparece como un fenómeno “natural”, como un asunto de “pobrecitos” campesinos de subsistencia, y con organizaciones discutiendo sobre el tamaño de su impacto.

Una hipótesis para cualquier territorio del corredor seco de los últimos 70 años sería, que la concatenación de esos tres factores (degradación de recursos naturales, concentración de la tierra y acompañamiento) ha aumentado la variabilidad de las lluvias y ha provocado una menor capacidad para resistir el impacto de la sequía, la cual es resultado humano que subyace la corriente de injusticia “debajo de las olas del mar”.

Oportunidad para el cambio

Si la sequía expresa la injusticia social y la mercantilización de la tierra (y del clima), y es resultado humano, entonces es un fenómeno  cambiable. Recordando las palabras de Chesterton, “tocar violín si Roma se está quemando es amoral, pensar sobre un sistema hidráulico es tarea del investigador”, pensar en estrategias para superar la sequía es más que sugerir soluciones técnicas (huertos comunales, cría de iguanas, cultivos resistentes a la sequía como la piña, reforestación, prácticas agro-forestales y silvo-pastoriles, protección de las fuentes hídricas, sistemas de riego según rentabilidad de rubros y sin afectar el manto acuífero, combinación de la agricultura y ganadería, y fincas diversificadas), es pensar en cómo llevarlos a cabo en el largo plazo. A continuación algunos puntos en esa dirección:

Primero, organizar investigación y experimentación en territorios específicos con mayoría de familias productoras, hacerlo de forma participativa para que las familias y los investigadores construyan conciencia de que la sequía no es un “castigo de Dios” ni algo “natural” para solo “monitorearse”, sino un fenómeno cambiable y que en determinadas condiciones se pueden rotar cultivos y diversificar fincas capaces de alimentar el suelo, que retenga más agua, con más capacidad de infiltración, con mayor producción, con familias con más capacidad de sostenerse y mejorar. En ese proceso se aprende a observar, analizar y accionar preventivamente, como cuenta una familia del municipio de Cinco Pinos (Nicaragua): “si sembramos con riego en verano, nos percatamos que las plagas se amontonan en lugares verdes, en la barrera de maíz o de caña, y allí podemos combatirlo antes de que llegue al cultivo; mientras en invierno están por todos lados”.

Segundo, lo crucial es despertar en las familias una visión de cambio en sus fincas y comunidades, que cultiven una perspectiva de largo plazo, y que se aferren a esa visión. Una familia: “sueño con que un día mis amigos me visiten y digan ‘qué linda está tu finca’; aquí toda la familia trabajamos para que ese día llegue”. Ese despertar y perseverancia es posible cuando varias familias, conscientes de que solos no pueden superar la sequía, se organizan en cooperativas, asociaciones o en alguna modalidad comunitaria, y lo hacen en alianza con organizaciones o instituciones de la región que son capaces de ponerse en los zapatos de las familias, apostar por la formación y darse seguimiento uno al otro por varios años.

Finalmente, crear condiciones para que los dos puntos anteriores sean posibles. Instituciones financieras, en lugar de “blindarse” (reducir crédito a familias no-ganaderas o vetar zonas secas al crédito), aumentar su cartera de crédito a inversiones inteligentes que permitan superar la sequía. Universidades puedan crear diplomados interdisciplinarios de desarrollo en territorios secos de alto riesgo con participación de líderes rurales y profesionales, con intervalos de seguimiento a procesos de experimentación. Cadenas de empresas comerciales que compran productos del corredor seco en un marco de relaciones de subcontrato por varios períodos. Políticas fiscales que incentiven la diversificación productiva sustentable y penalicen la concentración de tierra y el monocultivo.

La sequía es una oportunidad de cambio. Una familia en San Francisco del norte (Nicaragua) lo tiene claro: “estoy sembrando tierra… esa es la que nos va alimentar, esa es la que voy a heredar, y esa es nuestra casa común.” Nuestro mayor desafío es dejar de sembrar la sequía y contribuir a esa “casa común”.

* René (rmvidaurre@gmail.com) es PhD en estudios del desarrollo, colaborador de Wind of Peace Foundation (WPF) (http://peacewinds.org/research/), investigador asociado de IOB-Universidad de Amberes (Bélgica) y del Instituto Investigación y Desarrollo, Nitlapan-UCA (Nicaragua).



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